De un momento a otro muchas cosas habían cambiado, todo era diferente; la misma casa, la misma habitación, el mismo abanico amilanado, la misma cama desecha, pero por alguna razón extraña no fue el mismo refugio, ni el mismo desorden ordenado. Podría decir que de tantos mismos, todo se volvió distinto.
Era como si al llegar al mismo sitio hubiese entrado a un lugar diferente. Sabia que las cosas tarde o temprano iban a cambiar, pero no sabia que mientras mas envejecía, menos imperceptible se volvía el tiempo para notar este tipo trances.
Todos esos pensamientos vagaban por su mente antes de acostarse. Irse a soñar era un viaje que empezaba con creer que tenia el control del mundo que dejaba al dormir, el cuchillo bajo la almohada le daba esa pertenencia de aniquilación.
Hablaba antes de dormitar, tal vez con una almohada que arropaba el poder que decidía quien vivía o no, o tal vez con las sombras de una conciencia mucho más oscura que su habitación. Ese siempre fue su consuelo. No había mejor sedante que ver tanta lobreguez en su cuchitril. Después de todo, las penumbras no solo le invadían, también le rodeaban y de alguna forma u otra esa era su compañía, mas no su compañera.
Todas las noches se preguntaba, porque morir lentamente con un arma de doble filo llamada vida, cuando puedes tener una de un solo filo apodada como desees. Es que acaso no nos damos cuenta que el sentido de pertenencia es la única felicidad, tan momentánea y efímera como el tiempo de una sonrisa. Puedes tenerlo en tus manos, en tu mente, en tus sueños o a tu lado, pero definitivamente, cuando tienes, la tienes.
El poder de aniquilación que sentía era una pertenencia que le brindaba un poco de felicidad y decidió apropiarse de esa sensación para dormir todas las noches.
Tenía muchos pecados menores que le atormentaban durante su insomnio, principalmente esas noches donde soñar era una necesidad.
Antes de intentar dormir saca el cuchillo debajo de su almohada, roza su filo como una forma de probar su borde y corta una tirilla de sus pastillas para dormir. Era el ritual de cada noche.
Ya atontado por el efecto, sonreía mientras recordaba como todos creían que estaba colmado de una locura que le haría quitar la vida, principalmente esos que decían vivir. Es como siempre la soledad ha sido confundida con depresión.
Ya atontado por el efecto, sonreía mientras recordaba como todos creían que estaba colmado de una locura que le haría quitar la vida, principalmente esos que decían vivir. Es como siempre la soledad ha sido confundida con depresión.
Nadie podía ver más allá de sus ojos y la normalidad de sus perspectivas rebosó hasta caer en la ridiculez, cuando esa y todas las noches el único aniquilado por esa arma de un filo, era un insomnio que no le dejaba soñar.
A.I
A.I
No hay comentarios:
Publicar un comentario